jueves, 17 de octubre de 2013

Del Silencio ¡Al Grito!



Del silencio...¡Al Grito!
Por: Alejandra López G.

Frustración, miedo, tristeza, tolerancia, paciencia y felicidad, son sentimientos que todos hemos sentido al enfrentarnos a una situación adversa. Es así como define Guillermo las etapas por las que pasó durante un largo proceso de auto aceptación en torno a su sexualidad.

Guille tiene hoy veintitrés años, y estudia en una universidad privada al norte del país. Se desenvuelve en una sociedad juzgona, criticona; una sociedad que espera pacientemente, para ver cómo uno de sus miembros “fracasa”. Entonces, lo devoran con miradas penetrantes, burlas y gestos de desaprobación ante una actitud que no es semejante a la del resto. Es así como una vez más alguien porta una etiqueta en su espalda: el teto, la fresa, el naco, el puerco, la antisocial, el gordo, la anoréxica... el cacha granizo. Tal etiqueta no ha sido elegida por ellos mismos, sino por aquella sociedad que se siente amenazada por lo que es diferente a ellos.

Mantenía una relación con una joven de su edad. Realmente pasaban buenos momentos, salían y se divertían juntos. Aunque fueron seis buenos meses, en los que se mostraron afecto, tanto físico como emocional, existía un vacío que ella nunca logró llenar. Fue muy  difícil hablarlo con ella porque obviamente la lastimé mucho, al principio se puso muy triste pero ahorita la verdad es que me llevo muy bien con ella. En el momento que expresaba dichas palabras, agachaba la mirada como si aún le doliera la reacción de su ex novia, sin duda su rostro reflejaba que fueron momentos difíciles, pero que finalmente ayudaron a que encontrara su camino.

Después de ese doloroso momento, vinieron a su cabeza, muchos pensamientos y sentimientos que lo comenzaron a confundir más de lo que ya estaba. Frustración como el lo describió en un inicio, una sensación por la cual , la mayoría de las personas que se enfrentan a esta situación, la sobrepasan sin ningún tipo de apoyo. Comenzaron las dudas, la incertidumbre y las ganas de encontrar una propia identidad.

Explorando lo desconocido

"Fue difícil afrontar aquel momento porque no era ningún juego. Lo que había pasado no era normal o al menos para mí". Al decir estas palabras, sus ojos negros se abrieron como dos discos de vinilo, como si estuviera viendo él mismo lo que acababa de hacer. El día que su amigo lo llevó a aquella fiesta, él en un principio sintió asco; ni siquiera entendía porqué lo estaba llevando ahí. Claro está que su amigo no le había comentado nada de su sexualidad. Guille agachó ligeramente su mirada y seguro de sí mismo confesó: "En esa fiesta, tuve mi primer encuentro, si se puede decir así".

La Noticia

“A mi mamá se lo dije pedo regresando de un antro...Pasaron dos años para que nos volviéramos a hablar”. Años de soledad y tristeza para cualquier persona que se encuentra en una situación similar.

Guillermo platicó un poco lo que fue su infancia. Creció junto con su madre y sus dos hermanos, su padre los abandonó cuando apenas tenía un año. La ausencia de una figura masculina, piensa él, pudo haber afectado su sexualidad, aunque de niño nunca se sintió diferente entre sus demás compañeros.

Fue como a los trece años cuando sus dos hermanos se fueron a estudiar al extranjero. En esos años Guille y su madre llevaron una relación muy apegada.

"Mi mamá siempre se preocupa demasiado por mí tanto en lo físico como en lo emocional y en lo psicológico... Siempre me mimó, hasta me llevaba a hacerme manicure ¿Cómo no quieres que me haga? "(Risas).

Después de su “primer encuentro” Guillermo comenzó a tornarse muy rebelde; no cumplía las reglas de su casa, llegaba con amigos distintos, con otras preferencias sexuales. Su madre, preocupada le llamaba la atención y lo cuestionaba sobre sus nuevas amistades, pero tal parecía que a él no le importaba y nunca le respondía aquellas preguntas.

Una madrugada, Guille llegó tarde a su casa en estado de ebriedad, como en muchas otras ocasiones, desesperada, su mamá le llamó la atención y le exigió que respetara las normas de su casa. "En ese mismo momento le dije: Sí, si soy, si tienes algún problema me voy de la casa, tu avísame". Tiempo después se dio cuenta que no fue la mejor forma de decírselo, pero ya la había hecho. En esos dos años apenas se dirigían el saludo y únicamente hablaban para cosas importantes, la madre de Guillermo entró en una especie de “shock” pues la noticia no fue fácil de digerir.

Según el libro “Papá, mamá, soy gay”, escrito por Rinna Riesenfeld, muchas madres y padres viven una conmoción al recibir la noticia: se quedan helados, no saben qué hacer, sienten como si un balde de agua fría hubiera caído sobre ellos. De pronto piensan que todo cambió, que aquella persona con la que habían convivido durante tanto tiempo, no es lo que pensaban. Se sienten desconcertados y temerosos, como si el tiempo se hubiera detenido, otros mantienen la esperanza de que no sea verdad lo que están escuchando y empiezan a fantasear con que todo es un mal sueño del que no tardarán en despertar.

“Traté de explicarlo de la mejor manera que pude, pero tú sólo cerraste los ojos. No querías escucharme y yo no quise lastimarte y no me quería ir, pero me fui sin que tú me conocieras, más yo si conocí algo de ti." Lynn Cook (Papá, mamá, soy gay)

Fueron dos años en que la comunicación con su madre se perdió. Aquel lazo que los había unido durante la ausencia de sus hermanos, ese día se desprendió haciendo que cada una de sus tiras tomaran una dirección distinta, dejando a ambos sordos y confundidos.

En cuanto a sus hermanos, la situación fue muy diferente. Con su hermana Carla mantiene una relación realmente estrecha, a ella se lo confesó él estando en una fiesta, vía mensaje de texto. Caly; como le dicen en su casa, le contestó: Me da mucho gusto que me lo digas, pero hubiera preferido que me lo dijeras en persona”.

Con su hermano la relación apenas existe. A la fecha jamás se lo ha confesado directamente. "Mi hermano sabe porque mucha gente sabe y seguro ya se lo han dicho, pero nunca lo ha escuchado de mi propia boca, no me llevo nada con él, ni creo decirle algún día." Lo dijo con tal entereza que es notable no existe ningún vínculo que los una más que su propio apellido.

En cuanto al padre, la relación es casi nula, puesto que éste apareció cuando él tenía quince años de edad y a la fecha no sabe de la sexualidad de su hijo. “A mi papá lo veo poco y muchas veces me dice que me quiere presentar a niñas, pero la verdad le doy el avión”. Tanto su rostro como sus palabras reflejaban sinceridad y a la vez indiferencia. Claro que al haber estado ausente por tantos años, no se puede esperar que la relación padre e hijo sea una relación normal.

Un largo proceso de aceptación

No fue fácil aceptarlo y decirlo abiertamente para Guille, de hecho fueron años de tratamientos psicológicos tanto para la madre como para él, que a la fecha persisten. Pero no solamente las terapias psicológicas ayudaron a Guillermo en esta etapa de su vida, pues también se acercó a un sacerdote católico para encontrar una respuesta a sus millones de dudas. La verdad es que yo soy súper católico y quise ir con un padre a que me diera su opinión, porque si esto lo consideraban pecado, yo me iba a alejar de la Iglesia”. Le ayudó mucho el tener esta plática con el sacerdote, puesto que le explicó que cada quién es libre de escoger su sexualidad y no estaba ofendiendo a Dios.

A lo largo de este proceso, es evidente que la sociedad no ayuda en lo absoluto. Mientras la persona va encontrando su identidad, va cambiando su manera de actuar, de hablar, de moverse, e incluso hasta su forma de vestir. Durante esta vida etapa, Guillermo sufrió grandes decepciones y tuvo que, de una u otra manera, aprender a sobrellevar el rechazo la sociedad, que ahora le daba la espalda. Esa sociedad llamada también “amigos de toda la vida” que le retiraron el habla y a la fecha lo tratan como un desconocido, el cual no merece ni ser volteado a ver. "Se necesita de mucha tolerancia y paciencia para soportar que la gente te ignore o te vea feo". Las terapias psicológicas me ayudaron mucho a contenerme y a soportar cuando creía que ya no podía más. Guille, sin duda alguna se vio envuelto en una situación extremadamente difícil para un joven de su edad, apenas tenía dieciocho años.

Después de la auto aceptación viene la felicidad

Para cualquier persona, no existe nada mejor que salir a la calle y dejar de pretender ser alguien que en realidad no eres. Encontrar la identidad propia, permite que la persona tenga una mejor autoestima y pueda desarrollarse en el ámbito que desee; ya sea, profesional, social, laboral o, por qué no, sentimental.

Guillermo es una persona muy feliz, con deseos de encontrar a aquella persona con la que compartirá su vida. “Si creo en el matrimonio y me encantaría poder adoptar”. Lo dice con una sonrisa en la boca y dispuesto a seguir luchando por lo que más quiere: Formar una familia. Guille no cree en todas las especulaciones que giran alrededor cuando sale al tema la adopción de padres del mismo sexo. Muchas personas opinan que los niños pueden tener conflictos acerca de su sexualidad, pero él sostiene que si una madre o un padre solteros, son capaces de criar a sus hijos con la ausencia del otro sexo, sin que los niños duden en algún momento sobre su sexualidad, sostiene que ellos también pueden lograrlo.

“Ahora me muevo en un ambiente totalmente diferente al que vivía anteriormente. Aunque no es un ambiente fácil, me siento adaptado. Tengo amigos nuevos y estoy en busca de la persona con la que quiero compartir mi vida. Hoy por hoy no me da miedo decir que soy gay”.



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