Del silencio...¡Al Grito!
Por:
Alejandra López G.
Frustración,
miedo, tristeza, tolerancia, paciencia y felicidad, son sentimientos que todos
hemos sentido al enfrentarnos a una situación adversa. Es así como define
Guillermo las etapas por las que pasó durante un largo proceso de auto
aceptación en torno a su sexualidad.
Guille
tiene hoy veintitrés años, y estudia en una universidad privada al norte del
país. Se desenvuelve en una sociedad juzgona, criticona; una sociedad que
espera pacientemente, para ver cómo uno de sus miembros “fracasa”. Entonces, lo
devoran con miradas penetrantes, burlas y gestos de desaprobación ante una
actitud que no es semejante a la del resto. Es así como una vez más alguien
porta una etiqueta en su espalda: el teto, la fresa, el naco, el puerco, la
antisocial, el gordo, la anoréxica... el cacha granizo. Tal etiqueta no ha sido
elegida por ellos mismos, sino por aquella sociedad que se siente amenazada por
lo que es diferente a ellos.
Mantenía
una relación con una joven de su edad. Realmente pasaban buenos momentos,
salían y se divertían juntos. Aunque fueron seis buenos meses, en los que se
mostraron afecto, tanto físico como emocional, existía un vacío que ella nunca
logró llenar. Fue muy difícil hablarlo con ella porque obviamente
la lastimé mucho, al principio se puso muy triste pero ahorita la verdad es que
me llevo muy bien con ella. En el momento que expresaba dichas palabras,
agachaba la mirada como si aún le doliera la reacción de su ex novia, sin duda
su rostro reflejaba que fueron momentos difíciles, pero que finalmente ayudaron
a que encontrara su camino.
Después
de ese doloroso momento, vinieron a su cabeza, muchos pensamientos y
sentimientos que lo comenzaron a confundir más de lo que ya estaba. Frustración
como el lo describió en un inicio, una sensación por la cual , la mayoría de
las personas que se enfrentan a esta situación, la sobrepasan sin ningún tipo
de apoyo. Comenzaron las dudas, la incertidumbre y las ganas de encontrar una
propia identidad.
Explorando lo desconocido
"Fue difícil afrontar aquel momento porque no
era ningún juego. Lo que había pasado no era normal o al menos para mí". Al
decir estas palabras, sus ojos negros se abrieron como dos discos de vinilo,
como si estuviera viendo él mismo lo que acababa de hacer. El día que su amigo
lo llevó a aquella fiesta, él en un principio sintió asco; ni siquiera entendía
porqué lo estaba llevando ahí. Claro está que su amigo no le había comentado
nada de su sexualidad. Guille agachó ligeramente su mirada y seguro de sí mismo
confesó: "En esa fiesta, tuve mi primer
encuentro, si se puede decir así".
La Noticia
“A mi mamá se lo
dije pedo regresando de un antro...Pasaron dos años para que nos volviéramos a
hablar”. Años de soledad y tristeza para cualquier persona que se encuentra
en una situación similar.
Guillermo
platicó un poco lo que fue su infancia. Creció junto con su madre y sus dos
hermanos, su padre los abandonó cuando apenas tenía un año. La ausencia de una
figura masculina, piensa él, pudo haber afectado su sexualidad, aunque de niño
nunca se sintió diferente entre sus demás compañeros.
Fue
como a los trece años cuando sus dos hermanos se fueron a estudiar al
extranjero. En esos años Guille y su madre llevaron una relación muy apegada.
"Mi mamá siempre se preocupa demasiado por mí
tanto en lo físico como en lo emocional y en lo psicológico... Siempre me mimó,
hasta me llevaba a hacerme manicure ¿Cómo no quieres que me haga? "(Risas).
Después
de su “primer encuentro” Guillermo comenzó a tornarse muy rebelde; no cumplía
las reglas de su casa, llegaba con amigos distintos, con otras preferencias
sexuales. Su madre, preocupada le llamaba la atención y lo cuestionaba sobre
sus nuevas amistades, pero tal parecía que a él no le importaba y nunca le
respondía aquellas preguntas.
Una
madrugada, Guille llegó tarde a su casa en estado de ebriedad, como en muchas
otras ocasiones, desesperada, su mamá le llamó la atención y le exigió que
respetara las normas de su casa. "En ese
mismo momento le dije: Sí, si soy, si tienes algún problema me voy de la casa,
tu avísame". Tiempo después se dio cuenta que no fue la mejor forma de
decírselo, pero ya la había hecho. En esos dos años apenas se dirigían el
saludo y únicamente hablaban para cosas importantes, la madre de Guillermo
entró en una especie de “shock” pues la noticia no fue fácil de digerir.
Según
el libro “Papá, mamá, soy gay”, escrito por Rinna Riesenfeld, muchas madres y
padres viven una conmoción al recibir la noticia: se quedan helados, no saben
qué hacer, sienten como si un balde de agua fría hubiera caído sobre ellos. De
pronto piensan que todo cambió, que aquella persona con la que habían convivido
durante tanto tiempo, no es lo que pensaban. Se sienten desconcertados y
temerosos, como si el tiempo se hubiera detenido, otros mantienen la esperanza
de que no sea verdad lo que están escuchando y empiezan a fantasear con que
todo es un mal sueño del que no tardarán en despertar.
“Traté de
explicarlo de la mejor manera que pude, pero tú sólo cerraste los ojos. No
querías escucharme y yo no quise lastimarte y no me quería ir, pero me fui sin
que tú me conocieras, más yo si conocí algo de ti." Lynn Cook (Papá, mamá, soy
gay)
Fueron
dos años en que la comunicación con su madre se perdió. Aquel lazo que los
había unido durante la ausencia de sus hermanos, ese día se desprendió haciendo
que cada una de sus tiras tomaran una dirección distinta, dejando a ambos
sordos y confundidos.
En
cuanto a sus hermanos, la situación fue muy diferente. Con su hermana Carla
mantiene una relación realmente estrecha, a ella se lo confesó él estando en
una fiesta, vía mensaje de texto. Caly; como le dicen en su casa, le contestó: “Me da mucho gusto que me lo digas, pero
hubiera preferido que me lo dijeras en persona”.
Con
su hermano la relación apenas existe. A la fecha jamás se lo ha confesado
directamente. "Mi hermano sabe porque
mucha gente sabe y seguro ya se lo han dicho, pero nunca lo ha escuchado de mi
propia boca, no me llevo nada con él, ni creo decirle algún día." Lo dijo
con tal entereza que es notable no existe ningún vínculo que los una más que su
propio apellido.
En
cuanto al padre, la relación es casi nula, puesto que éste apareció cuando él
tenía quince años de edad y a la fecha no sabe de la sexualidad de su hijo. “A mi papá lo veo poco y muchas veces me
dice que me quiere presentar a niñas, pero la verdad le doy el avión”. Tanto
su rostro como sus palabras reflejaban sinceridad y a la vez indiferencia.
Claro que al haber estado ausente por tantos años, no se puede esperar que la
relación padre e hijo sea una relación normal.
Un largo proceso de aceptación
No
fue fácil aceptarlo y decirlo abiertamente para Guille, de hecho fueron años de
tratamientos psicológicos tanto para la madre como para él, que a la fecha
persisten. Pero no solamente las terapias psicológicas ayudaron a Guillermo en
esta etapa de su vida, pues también se acercó a un sacerdote católico para
encontrar una respuesta a sus millones de dudas. “La verdad es que yo soy súper católico y quise ir con un padre a que
me diera su opinión, porque si esto lo consideraban pecado, yo me iba a alejar
de la Iglesia”. Le ayudó mucho el tener esta plática con el sacerdote,
puesto que le explicó que cada quién es libre de escoger su sexualidad y no
estaba ofendiendo a Dios.
A
lo largo de este proceso, es evidente que la sociedad no ayuda en lo absoluto.
Mientras la persona va encontrando su identidad, va cambiando su manera de
actuar, de hablar, de moverse, e incluso hasta su forma de vestir. Durante esta
vida etapa, Guillermo sufrió grandes decepciones y tuvo que, de una u otra
manera, aprender a sobrellevar el rechazo la sociedad, que ahora le daba la
espalda. Esa sociedad llamada también “amigos de toda la vida” que le retiraron
el habla y a la fecha lo tratan como un desconocido, el cual no merece ni ser
volteado a ver. "Se necesita de mucha
tolerancia y paciencia para soportar que la gente te ignore o te vea feo". Las
terapias psicológicas me ayudaron mucho a contenerme y a soportar cuando creía
que ya no podía más. Guille, sin duda alguna se vio envuelto en una
situación extremadamente difícil para un joven de su edad, apenas tenía
dieciocho años.
Después de la auto aceptación viene la
felicidad
Para
cualquier persona, no existe nada mejor que salir a la calle y dejar de
pretender ser alguien que en realidad no eres. Encontrar la identidad propia,
permite que la persona tenga una mejor autoestima y pueda desarrollarse en el
ámbito que desee; ya sea, profesional, social, laboral o, por qué no,
sentimental.
Guillermo
es una persona muy feliz, con deseos de encontrar a aquella persona con la que
compartirá su vida. “Si creo en el
matrimonio y me encantaría poder adoptar”. Lo dice con una sonrisa en la
boca y dispuesto a seguir luchando por lo que más quiere: Formar una familia.
Guille no cree en todas las especulaciones que giran alrededor cuando sale al
tema la adopción de padres del mismo sexo. Muchas personas opinan que los niños
pueden tener conflictos acerca de su sexualidad, pero él sostiene que si una
madre o un padre solteros, son capaces de criar a sus hijos con la ausencia del
otro sexo, sin que los niños duden en algún momento sobre su sexualidad,
sostiene que ellos también pueden lograrlo.
“Ahora me muevo en un ambiente totalmente diferente al
que vivía anteriormente. Aunque no es un ambiente fácil, me siento adaptado.
Tengo amigos nuevos y estoy en busca de la persona con la que quiero compartir
mi vida. Hoy por hoy no me da miedo decir que soy gay”.
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